Durante años te he odiado.
Y he deseado que no formaras parte de mi, con mucha rabia, desprecio y exclusión.
Hoy estoy un poquito más lejos de ti y NO ha sido porque he conseguido echarte a empujones al vacío.
Ha sido porque he logrado mirarte con amor y comprensión, porque he podido integrar en mi corazón la razón por la que formas parte de mi vida, como coraza y protección de lo que algún día me hizo daño.
Siendo así, es lógico que no te fueras si yo misma seguía dañándome con desprecios y asco. Y mirándome al Espejo odiando cada rincón de mi cuerpo.
He tenido que amarme, respetarme y cuidarme, para desde ahí, darte una despedida cálida y cuidada como te mereces.

Y entiendo que siempre que he luchado para que te fueras no lo he hecho desde esa mirada amorosa.
En algún momento de mi vida mi niña interior aprendió a sobrevivir generando capas de grasa en forma de protección.
Es absurdo que yo pretenda quitarme esas capas con arrogancia y desprecio, si gracias a ello hoy soy quien soy.
Desde este lugar puedo despedirme de ti con humildad, cariño y gratitud.
Ya no me haces falta.
Hoy he crecido, soy una mujer, he aprendido y ya no necesito esa protección.
Ahora decido cuidarme y a mi niña interna le digo :
- tranquila, estoy aquí para protegerte, yo te cuido.