Las cosas no salen como a mi me gustarían
Estoy cansada, tengo miedo, las cosas no salen como a mi me gustarían.
Mi frustración y rabia aumentan.
No quiero atenderlo, y ellas comienzan a crecer, se abren paso en cada respiración entrecortada y carente de vida.
Estoy en bucle y sé que si sigo por ese camino no voy a encontrar la salida, solo me adentro cada vez más en un laberinto sin salida.
Decido parar.
Atiendo a esto que me está pasando.
Me duele darme cuenta de que las cosas no son como había imaginado o esperaba. Ahora me doy cuenta y solo el hecho de mirar aquello que duele, modifica mi estado.
¡Es así!
Para mí lo esencial en este momento es darme cuenta. Nada más. No tengo que tomar ninguna decisión, ni hacer nada. Solo me doy cuenta de lo que hay, miro el miedo, la frustración y la rabia. Ahora os veo.
Algo en mí se calma, estoy en contacto con lo esencial, sonrío, tengo ganas de llorar (gratitud) y sé que la aceptación y rendición a esto que estoy viviendo, me llevará al siguiente paso y con ello: “a la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente...”(extremoduro)
Sí a lo que hay en cada instante, me rindo ante la grandeza de la vida tal y como es.
Asumo lo que me toca.